A los 20 años, en plena época franquista, dejé mi Castilla y León natal para buscar oportunidades en Barcelona, específicamente en L'Hospitalet de Llobregat. La decisión de partir fue difícil, ya que dejaba atrás los vastos campos de mi juventud y el eco de la historia que permeaba cada rincón de mi tierra. Sin embargo, la necesidad de un futuro diferente guió mis pasos hacia la ciudad condal.
Barcelona, en aquella época, era una mezcla de tradición y cambio. En L'Hospitalet, encontré empleo en correos, un trabajo que me conectó con la ciudad de una manera única. Recorría las calles familiares de la ciudad, entregando cartas que llevaban consigo historias de diversos rincones de Barcelona, y así fui tejiendo mi propio relato en cada esquina.
Fue en una de esas entregas que conocí a la mujer que se convertiría en mi compañera de vida. Entre sellos y postales, nació un amor que floreció en la diversidad de la ciudad. Juntos, formamos una familia en L'Hospitalet, con dos hijos que crecieron entre las calles y parques que ahora llamábamos hogar.
La política franquista impregnaba la atmósfera de la época, pero en nuestra casa, las raíces de Castilla y León se mezclaban con las nuevas experiencias que Barcelona ofrecía. Las conversaciones en la mesa familiar reflejaban tanto las preocupaciones del momento como los recuerdos de la vida en la tierra de origen.
Al llegar a los 90 años, reflexiono sobre la travesía de aquel joven que decidió cambiar de rumbo en busca de un futuro. Barcelona y L'Hospitalet se convirtieron en testigos de mi vida, un viaje que, a pesar de las dificultades, se llenó de amor, trabajo en correos y la construcción de una familia sólida que ahora es el legado de mi historia migratoria.
Escrit per C. Martín (B2C)
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